Mi proyecto: renovar el sentido de la filosofía.
Mi horizonte: el mismo que la filosofía tuvo desde sus orígenes...
el mundo
nosotros
y yo
Sapere Aude. ¡Atrévete a pensar!
Sólo una vida con examen merece la pena de ser vivida
20 de febrero de 2014
18 de febrero de 2014
"Todo hombre puede encenderse a sí mismo una luz en la noche"
Heráclito, fragmento 26. Con esta cita cierra la filósofa Mónica Cavallé una de sus obras pioneras, La sabiduría recobrada, filosofía como terapia. Porque vivir con filosofía y analizar tu vida de forma filosófica, te transforma. Es sin duda la mejor medicina para tu mente.
En esta frase de Heráclito se hace latente lo que la filosofía sabe desde sus orígenes: que las claves de la verdad están en uno mismo. Que cada uno tiene las claves en sí mismo para encontrarse, comprenderse y vivirse. Precisamente en la noche, en aquellos momentos de máximo sufrimiento, es cuando tenemos más oportunidad de encontrar en el fondo de nosotros mismos esa bombilla que dará luz a nuestras sombras.
17 de julio de 2013
Rememorando orígenes desde mi lugar de origen

Mientras tanto, mi pretensión de hoy es dotar de actualidad y vigencia el título de mi blog, rememorando por tanto mis orígenes y la idea básica que sustenta esta página: que el silencio es sublime. ¿Por qué puedo seguir sintiéndome orgullosa de haber elegido esta idea, y no otra? Mi interés por el saber, esto es, mi pasión por el pensamiento y las palabras que lo concretan y lo permiten llevar a cabo, debe conllevar, necesariamente, una admiración con un espacio existencial que le es previo y que lo posibilita: el espacio del silencio.
Sólo cuando uno se encuentra en la sublimidad del silencio es capaz de pensar verdaderamente, y aunque la razón es común a todos y la ejercemos mejor en sociedad, dialogando, deliberando, (aunque no me sobran dudas al cuestionarme si hoy en día podemos decir que uno piensa mejor hablando con los demás); el paso previo es el silencio, la calma que, precisamente, posibilita la escucha. La escucha es amplia, compleja y concreta. Es la interacción plena con el otro y la salida de nuestra propia subjetividad. Sin escucha, no hay posibilidad de diálogo, y sin diálogo, no hay posibilidad de pensamiento más allá de una especie de narcisismo. La escucha propiciada por el silencio es rotunda, y implica poner en modo off cualquier ruido mental, cualquier muestra de subjetividad que de forma mecánica se anticipa en cualquier encuentro. Sin duda, un trabajo sacrificado y difícil, aunque no me cabe duda que genera sus frutos.
El silencio propicia no sólo la relación con los demás, sino la interacción con uno mismo, haciendo de nosotros una conciencia activa que, una vez se encuentra con ella misma, es capaz de pensar, y a partir de ahí, hablar con plena lucidez, comenzando así un largo camino como es el de la filosofía.
30 de abril de 2013
Tiene muchos pájaros en la cabeza
Pues vaya, que llevo sin escribir lo que se dice bastante, que no es poco. En fin, es lo que tiene estar preocupándose, más que ocupándose, de toda la incertidumbre que me sobreviene en un futuro no muy lejano.
El otro día me sorprendí a mí misma (luego sorprendería a algunos más cuando lo mostré) haciendo un esquema vital sobre mis planes de vida. En una cara de un folio escribí todas las posibilidades de futuro (con sus pros y sus contras) a partir de lo que puedo o debo hacer cuando termine el máster. En la otra cara, escribí todas las posibilidades (con sus pros y sus contras) a las que puedo optar cuando finalice el verano (verano incierto, que no sé ni dónde pasaré, ni cómo). Creo que tengo que reconocer que, dados los nervios y la tensión constante que he vivido estos últimos días, y que incluyen varias discusiones con mi compañero de viaje, esta forma de despejar mi cabeza y tratar de encontrar un único camino no ha sido muy eficiente que digamos, más bien diría que me ha complicado aún más la existencia. Y es que de hecho, más que de vías posibles, de posibilidades, debería hablar de "imposibilidades", en el sentido de que siento tener muchos frentes abiertos a los que dirigirme, pero ninguno plenamente abierto o con posibilidades de éxito seguro, dada la situación actual. Pero dejemos el tema. Por una vez, voy a tratar de centrarme en todo lo enriquecedor de mis trabajos, actividades y pensamientos que en estos últimos meses he llevado a cabo, y voy a dejar de pensar en caminos, opciones, decisiones e indecisiones. Para hacerlo, os voy a hablar de esos pequeños proyectos que estoy llevando a cabo o que pasan por mi cabeza para poder concretarse en un futuro.
He terminado las clases teóricas del máster y estoy a punto de terminar las prácticas en un instituto que ha sido excelente, con una tutora excelente. Me ha dejado libertad y me ha dado alas para ir o no ir cuando yo quisiera, siendo consciente de que eran muchas las horas que perdía cuando sólo tenía un par de horas al día de clase. Gracias a todo esto, he descubierto mi vocación docente y mi ilusión por la enseñanza, he sentido que puedo hacerlo y sobretodo que es algo que me gusta, y aunque las cosas estén muy dificiles, almenos tengo algo seguro: tengo grandes aptitudes para la docencia. He explicado un tema en segundo de bachillerato y otro en 4º de ESO, y sobretodo en este último, he sido lo más original y creativa que he podido, y creo que con muy buenos resultados.
Por otro lado, estuve pensando largo y tendido sobre cuál podía ser el tema de mi tesina, y finalmente encontré algo que poco a poco me ha ido fascinando cada día más, y sobre lo que no pierdo las ganas de investigar: las críticas feministas actuales. Gracias a ello, me decanté por tratar este tema en mis sesiones con los de 4º de ESO, así que maté dos pájaros de un tiro porque así también he podido dedicarle un espacio en mi tesina a esas propuestas didácticas que llevé a cabo. Poquito a poco, he ido explorando, a través de indagar en los distintos feminismos, caminos desconocidos como el de los ciclos menstruales y los tabúes de la menstruación, tema que actualmente me apasiona y me está haciendo explorarme a mí misma y conocerme de una nueva forma, hay desde luego mucho que aprender e investigar, y ha despertado de nuevo mi vena de "antropóloga" que había enterrado hace tiempo en mis primeros años de carrera. Ése es el primero de mis proyectos, y no quiero avanzar más, porque quiero construir algo diferente a través de un nuevo blog. Este es un tema que ya al principio de escribir en este blog, me provocaba mucho interés.
Por otro lado, he viajado a Suiza con mi compañero y nos enamoramos, sobretodo, de lo que hemos llamado "mayoría de edad ciudadana", con lo que hemos estado pensando seriamente la posibilidad (factible) de lanzarnos a la aventura (o más bien al precipicio porque tengo mucho miedo) de trasladarnos allí, aprender alemán y buscar trabajo. Sabemos que es difícil, no paran de repetírnoslo, pero también sabemos que sólo quien la sigue la consigue. Y gracias al despertar de este deseo, me he visto con la aspiración de formarme en poco tiempo como profesora de español, y se ha despertado en mí una conciencia de reivindicar y sacar provecho de esta lengua tan rica, la segunda lengua más hablada del mundo, y ése es también otro de mis proyectos.
Por otro lado, he viajado a Suiza con mi compañero y nos enamoramos, sobretodo, de lo que hemos llamado "mayoría de edad ciudadana", con lo que hemos estado pensando seriamente la posibilidad (factible) de lanzarnos a la aventura (o más bien al precipicio porque tengo mucho miedo) de trasladarnos allí, aprender alemán y buscar trabajo. Sabemos que es difícil, no paran de repetírnoslo, pero también sabemos que sólo quien la sigue la consigue. Y gracias al despertar de este deseo, me he visto con la aspiración de formarme en poco tiempo como profesora de español, y se ha despertado en mí una conciencia de reivindicar y sacar provecho de esta lengua tan rica, la segunda lengua más hablada del mundo, y ése es también otro de mis proyectos.
Por último, he seguido de forma más o menos constante el curso de Asesoramiento Filosófico llevado a cabo por Mónica Cavallé. El taller me ha enriquecido muchísimo y me inspira cada día a tomarme enserio esta práctica, a investigar caminos, a reflexionar sobre mí misma y a repensarlo todo de nuevo. Pero, y tengo que reconocerlo, éste último proyecto se encuentra en la constante paradoja de que, por un lado, ha sido un proyecto que he llevado a cabo (lo cuál es ya en sí mismo un logro) y continuará hasta junio, pero por otro, es un proyecto que no me atrevo a emprender y a creer realmente en él en tanto que no se despega de mi un problema: no lo consigo vivir. En mi día a día, en mi forma de manifestar mis enfados, mi tristeza, mis preocupaciones, en mi forma de mantener las relaciones, me veo muy alejada de una forma realmente sabia de reconducir mi vida, y eso me frustra enormemente.
En definitiva, creo que lo que me ocurre es que tengo muchos pájaros (nunca demasiados) en la cabeza y aunque no se trata de tener que darles puerta, diría que lo que hay que hacer es dejarles volar libremente y que no me entorpezcan más, digo entorpezcan, en el sentido de que no me dejen vivir el presente y me hagan mirar con una constante tensión e inquietud la realidad presente que estoy viviendo a cada instante. Los pájaros en la cabeza son buenos para crear, para soñar y para desarrollar nuevas posibilidades, pero si dejamos que dominen nuestro ser más profundo, no hacen más que destruir.
18 de marzo de 2013
Qué nos brinda el filosofar
La Filosofía se encuentra ahora mismo en un momento problemático de su existencia, pues la próxima ley que está a punto de aprobar el Gobierno, la denominada LOMCE, suprime con radicalidad dos de las materias que hasta ahora han sido obligatorias en la Enseñanza Secundaria: Educación ético-cívica, de 4º de ESO, e Historia de la Filosofía, de segundo de Bachillerato.
Más allá de reiterar la importancia de esta disciplina y lo que implica negativamente su eliminación, en tanto que constituye la huella histórica más esencial de Occidente, a lo que quiero apuntar en esta entrada es a todo lo que estamos renunciando si nuestros jóvenes dejan de estudiar Filosofía.
El primer paso para ello creo que debe ser el reconocer de qué forma hemos sido nosotros mismos, los filósofos, los culpables, en gran medida, de que la Filosofía haya quedado relegada a un entorno académico, muchas veces llegando a rozar la "caspicie" ecléctica, en tanto que no sólo ha asumido, sino que ha dado fuerza a su propia marginalidad. La Filosofía, en su pretensión de ser pura, ha despurificado todo lo demás. Pero como subrayó Adela Cortina en un encuentro de la REF al que tuve la oportunidad de asistir, "debemos volver a mancharnos con la realidad".
Admitamos que ya no queda lugar para estudiar el pensar filosófico, pensemos en el momento en el que ya no tendremos la oportunidad de hacer filosofía con nuestros alumnos: esto es, ya no les podremos mostrar un pensamiento históricamente muerto que sólo hace que mostrar de qué forma la filosofía no consigue estar conectada con su actualidad más cercana y cotidiana. Y es que, yo me pregunto: ¿realmente, hemos aprovechado nuestra oportunidad? ¿Hemos trabajado lo suficiente con nuestra enseñanza para que la Filosofía ofrezca un enfoque que pueda ser valorado?. Reflexionemos sobre ello, sin emitir ningún juicio al respecto.
Voy a centrarme en pensar lo que, desde mi punto de vista (y el de muchos otros filósofos) se pierden las próximas generaciones, y nosotros mismos, si dejamos de hacer filosofía. Remitiéndome a Kant, creo que aquello por lo que tenemos que luchar es por enseñar a despertar una ACTITUD FILOSÓFICA. Es esencial que la filosofía deje de entenderse sólo como una Historia de la Filosofía, y pase a concebirse como lo que realmente es, una actitud plenamente humana, que tiene un potencial infinito de pensamiento, creación, innovación, transformación, reflexión, argumentación, que, útil o no, permite, siempre, ir más allá de lo dado. Ir más allá de lo dado no sólo en ella misma, sino en cualquier otra disciplina de saber. Pensar problemáticas y pensar soluciones, crear nuevas propuestas y deliberar posibles situaciones, otros enfoques e infinitas perspectivas.
Porque, y eso no habrá nadie que lo pueda negar, si algo tiene la filosofía que no tiene ninguna disciplina más, es una capacidad de diálogo constante con todos los ámbitos del conocimiento humano, una comprensión del todo que conforma las redes del pensamiento y la cultura, que tiene que empezar a verse, como mínimo, como algo provechoso para la formación de las personas, que no puede sino más que dar frutos. Y no pretendo entrar en la discusión de si estamos sometiéndonos a un pragmatismo si subrayamos este tipo de utilidades que nos da el tener una actitud filosófica, pues lo más importante es pensar de qué forma podemos combatir ese destierro de lo que consideramos tan y tan fundamental, y por tanto, como persona con actitud filosófica que soy, aceptaré nuevos enfoques o posibles propuestas distintas para poder ir más allá de lo dado: la posibilidad de su eliminación.
No pretendo quitar el valor que tiene el estudiar a los filósofos de la historia, éso es algo fundamental. Precisamente, se trata de dar un nuevo enfoque a ese recorrido histórico, tratando de dar relevancia a cómo el filósofo se conecta siempre con su realidad, y de qué forma entra en diálogo con todo: arte, lenguaje, psicología, política, ciencia, tecnología, historia, economía, ética, religión, etc. De qué forma la actitud filosófica es el DIÁLOGO por excelencia, y que la actitud dialogante es básica y tiene que ser construida de forma plenamente consciente por cada individuo en su praxis social. Tratar de mostrar que el pensar filosófico no es marginal, sino algo siempre creativo que permite la relación con los demás. En definitiva, dar relevancia al hecho de que uno comprende mejor su mundo, conecta con todo lo demás y con los demás y, en definitiva, saca más partido de su existencia, sabiendo filosofar. En fin, que la lengua y las matemáticas no son herramientas suficientes para forjar nuestro carácter personal, académico y social, que sólo sabiendo éso, no seremos capaces de labrarnos un buen futuro. Que sin reflexión no hay acción, y que sin acción, todo es nada, y nada es todo.
Qué nos queda por hacer. Este discurso no cambiará nada. El anteproyecto está en marcha, y posiblemente se lleve a cabo. Si esto ocurre, debemos sacar partido de esa situación en la que nos veremos inmersos, y ser creativos de forma que la Filosofía no sólo no muera, sino que cada vez tenga más éxito. ¿De qué forma? Trabajando de forma pequeña, en las calles, en centros, en aulas. Realizando cursos y talleres que conecten la filosofía con otras realidades que interesan al ciudadano. La filosofía puede y debe dialogar con todo lo que la sociedad demanda. Y es su labor despertar la conciencia de las personas, fomentar el camino hacia la mayoría de edad kantiana. Éso es posible sólo con creatividad, capacidad de transformación, amoldamiento a la situación y también, sí, un cierto espíritu emprendedor: capacidades, todas, que la misma filosofía nos puede brindar, y que por cierto, paradójicamente, la misma sociedad nos demanda.
C.
C.
28 de diciembre de 2012
Amor en tiempos de crisis
Muchos de nosotros estamos viviendo una profunda crisis existencial que se debe, o almenos así creemos, a la grave situación económica actual, que nos genera incertidumbre, falta de expectativas, carencia de rumbo y sensación de sin sentido y abismo cada vez que nos proyectamos hacia delante o hacemos lo que sea. Creo no equivocarme al pensar que éstas, mis propias sensaciones, son las mismas que ahora mismo tienen la mayoría de los jóvenes españoles.
Sin embargo, bajo toda esta problemática(o por encima, si consideramos que puede ser la base de todo el problema) hay una realidad problemática mucho más profunda en torno a una cuestión que nos afecta a todos: el amor. Ya diagnostisca Fromm, en El arte de amar, cuáles son las claves del problema y cuál es el verdadero sentido de AMAR.
El amor, el amar, es una actitud inherente a nuestro ser, que nos hace únicos, que nos genera sufrimiento y también profundas alegrías. No obstante, el verdadero significado de amar se ha banalizado de forma radical, se ha convertido en un objeto, en una mercancía que se consume y se tira. Cabría pensar, por ejemplo, si no estamos más preocupados en todo momento por ser amados que en detenernos en el modo en que amamos a los demás. O si vivimos el amor como un proceso que tiene un principio y que se va desgastando y que deberá ser desechado como le ocurre al resto de cosas materiales de las que disponemos: párate a pensarlo (?).
Fromm señala que AMAR es un ARTE, y como tal, debe aprenderse. Aprender, sin embargo, conlleva un esfuerzo, un trabajo difícil pero que como todo, genera sus frutos. Para amar a una persona hay que amar necesariamente a todos los demás. Para amar al resto, primero hay que amarse a uno mismo (no pensemos en el narcicismo). Para amarse a uno mismo, hay que hacerlo todo con amor.
Ésto me recordó la respuesta que leí hace no mucho de una pareja de ancianos que contestaban a un hombre que les preguntaba cómo habían hecho para estar tanto tiempo juntos, a lo que ellos respondieron: "Fuimos de una época en la que cuando algo no funcionaba intentaba arreglarse, no se tiraba a la basura".
Y señalo que la respuesta es "intentaba" porque eso significa que nunca sabemos, al intentar algo, cuál va a ser el resultado. Sin embargo, al intentarlo, uno necesariamente hace un "acto de fe" en aquello que quiere conseguir, y sin duda, un acto de fe requiere siempre una actitud de amor.
Sin embargo, bajo toda esta problemática(o por encima, si consideramos que puede ser la base de todo el problema) hay una realidad problemática mucho más profunda en torno a una cuestión que nos afecta a todos: el amor. Ya diagnostisca Fromm, en El arte de amar, cuáles son las claves del problema y cuál es el verdadero sentido de AMAR.
El amor, el amar, es una actitud inherente a nuestro ser, que nos hace únicos, que nos genera sufrimiento y también profundas alegrías. No obstante, el verdadero significado de amar se ha banalizado de forma radical, se ha convertido en un objeto, en una mercancía que se consume y se tira. Cabría pensar, por ejemplo, si no estamos más preocupados en todo momento por ser amados que en detenernos en el modo en que amamos a los demás. O si vivimos el amor como un proceso que tiene un principio y que se va desgastando y que deberá ser desechado como le ocurre al resto de cosas materiales de las que disponemos: párate a pensarlo (?).
Fromm señala que AMAR es un ARTE, y como tal, debe aprenderse. Aprender, sin embargo, conlleva un esfuerzo, un trabajo difícil pero que como todo, genera sus frutos. Para amar a una persona hay que amar necesariamente a todos los demás. Para amar al resto, primero hay que amarse a uno mismo (no pensemos en el narcicismo). Para amarse a uno mismo, hay que hacerlo todo con amor.
Ésto me recordó la respuesta que leí hace no mucho de una pareja de ancianos que contestaban a un hombre que les preguntaba cómo habían hecho para estar tanto tiempo juntos, a lo que ellos respondieron: "Fuimos de una época en la que cuando algo no funcionaba intentaba arreglarse, no se tiraba a la basura".
Y señalo que la respuesta es "intentaba" porque eso significa que nunca sabemos, al intentar algo, cuál va a ser el resultado. Sin embargo, al intentarlo, uno necesariamente hace un "acto de fe" en aquello que quiere conseguir, y sin duda, un acto de fe requiere siempre una actitud de amor.
17 de diciembre de 2012
SAPERE AUDE!
La filosofía es un camino que sólo comienza con un acto de valentía. Ya lo dijo Kant, alcanzar la mayoría de edad implica un esfuerzo. Abandonar la minoría de edad es derribar el suelo de nuestro sentido común heredado, de todas las costumbres y opiniones que nos rodean y que jamás han sido cuestionadas.
Aprendiendo a filosofar uno lucha contra el dogmatismo de lo aceptado, enfrentándose a todo lo que se esconde, al infinito de lo desconocido. Como nos dice Russell en Los problemas de la filosofía, mediante el conocimiento filosófico uno de desapega de su YO, un yo privado que se siente seguro en sus propios límites, que se siente seguro en un entorno en el que no tiene necesidad de pensar, porque ya le viene dado.
Empezar a filosofar es incómodo, pero sólo así se van diluyendo los límites de nuestro conformismo con lo que, por ahora, hay. Es un acto valiente porque al pensar, dejamos de sentirnos cómodos ante un mundo que, NECESARIAMENTE, nos tiene que extrañar. Sólo así, en la aparente e inicial incomodidad, uno es libre de verdad. Por eso, SAPERE AUDE: "atrévete a saber".
La filosofía es un camino que sólo comienza con un acto de valentía. Ya lo dijo Kant, alcanzar la mayoría de edad implica un esfuerzo. Abandonar la minoría de edad es derribar el suelo de nuestro sentido común heredado, de todas las costumbres y opiniones que nos rodean y que jamás han sido cuestionadas.
Aprendiendo a filosofar uno lucha contra el dogmatismo de lo aceptado, enfrentándose a todo lo que se esconde, al infinito de lo desconocido. Como nos dice Russell en Los problemas de la filosofía, mediante el conocimiento filosófico uno de desapega de su YO, un yo privado que se siente seguro en sus propios límites, que se siente seguro en un entorno en el que no tiene necesidad de pensar, porque ya le viene dado.
Empezar a filosofar es incómodo, pero sólo así se van diluyendo los límites de nuestro conformismo con lo que, por ahora, hay. Es un acto valiente porque al pensar, dejamos de sentirnos cómodos ante un mundo que, NECESARIAMENTE, nos tiene que extrañar. Sólo así, en la aparente e inicial incomodidad, uno es libre de verdad. Por eso, SAPERE AUDE: "atrévete a saber".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)