28 de diciembre de 2012

Amor en tiempos de crisis

Muchos de nosotros estamos viviendo una profunda crisis existencial que se debe, o almenos así creemos, a la grave situación económica actual, que nos genera incertidumbre, falta de expectativas, carencia de rumbo y sensación de sin sentido y abismo cada vez que nos proyectamos hacia delante o hacemos lo que sea. Creo no equivocarme al pensar que éstas, mis propias sensaciones, son las mismas que ahora mismo tienen la mayoría de los jóvenes españoles.

Sin embargo, bajo toda esta problemática(o por encima, si consideramos que puede ser la base de todo el problema) hay una realidad problemática mucho más profunda en torno a una cuestión que nos afecta a todos: el amor. Ya diagnostisca Fromm, en El arte de amar, cuáles son las claves del problema y cuál es el verdadero sentido de AMAR.

El amor, el amar, es una actitud inherente a nuestro ser, que nos hace únicos, que nos genera sufrimiento y también profundas alegrías. No obstante, el verdadero significado de amar se ha banalizado de forma radical, se ha convertido en un objeto, en una mercancía que se consume y se tira. Cabría pensar, por ejemplo, si no estamos más preocupados en todo momento por ser amados que en detenernos en el modo en que amamos a los demás. O si vivimos el amor como un proceso que tiene un principio y que se va desgastando y que deberá ser desechado como le ocurre al resto de cosas materiales de las que disponemos: párate a pensarlo (?).

Fromm señala que AMAR es un ARTE, y como tal, debe aprenderse. Aprender, sin embargo, conlleva un esfuerzo, un trabajo difícil pero que como todo, genera sus frutos. Para amar a una persona hay que amar necesariamente a todos los demás. Para amar al resto, primero hay que amarse a uno mismo (no pensemos en el narcicismo). Para amarse a uno mismo, hay que hacerlo todo con amor.

Ésto me recordó la respuesta que leí hace no mucho de una pareja de ancianos que contestaban a un hombre que les preguntaba cómo habían hecho para estar tanto tiempo juntos, a lo que ellos respondieron: "Fuimos de una época en la que cuando algo no funcionaba intentaba arreglarse, no se tiraba a la basura".

Y señalo que la respuesta es "intentaba" porque eso significa que nunca sabemos, al intentar algo, cuál va a ser el resultado. Sin embargo, al intentarlo, uno necesariamente hace un "acto de fe" en aquello que quiere conseguir, y sin duda, un acto de fe requiere siempre una actitud de amor.

17 de diciembre de 2012

SAPERE AUDE!

La filosofía es un camino que sólo comienza con un acto de valentía. Ya lo dijo Kant, alcanzar la mayoría de edad implica un esfuerzo. Abandonar la minoría de edad es derribar el suelo de nuestro sentido común heredado, de todas las costumbres y opiniones que nos rodean y que jamás han sido cuestionadas.

Aprendiendo a filosofar uno lucha contra el dogmatismo de lo aceptado, enfrentándose a todo lo que se esconde, al infinito de lo desconocido. Como nos dice Russell en Los problemas de la filosofía, mediante el conocimiento filosófico uno de desapega de su YO, un yo privado que se siente seguro en sus propios límites, que se siente seguro en un entorno en el que no tiene necesidad de pensar, porque ya le viene dado.

Empezar a filosofar es incómodo, pero sólo así se van diluyendo los límites de nuestro conformismo con lo que, por ahora, hay. Es un acto valiente porque al pensar, dejamos de sentirnos cómodos ante un mundo que, NECESARIAMENTE, nos tiene que extrañar. Sólo así, en la aparente e inicial incomodidad, uno es libre de verdad. Por eso, SAPERE AUDE: "atrévete a saber".